miércoles, 29 de agosto de 2012

De Cruyff y de Mourinho

El fútbol es tan amplio que incluso los personajes más distantes tienen evidentes e importantes puntos en común. Johan Cruyff y Jose Mourinho, por ejemplo, son agua y aceite -o viceversa- pero cuando ambos elementos entran en ebullición, siempre acaban quemando y/o salpicando a sus jugadores y al entorno más próximo.
Los cruyffistas, los que valoramos en su justa medida su definitiva trascendencia en el modelo que ha hecho del Barça el mejor equipo del mundo, sabemos desde hace más de veinte años que, en la derrota, uno de los recursos de Johan era cargarle el muerto al equipo. Una filosofía particular y criticable -nadie es perfecto- que podía resumirse en esta frase: "Cuando ganamos gano yo, cuando perdemos pierden los jugadores".
De hecho, ya en el siglo pasado, el propio Charly Rexach admitió esa estrategia del banquillo del Barça con el sentido del humor con el que siempre ha rebajado la tensión del momento: "En la pizarra, ganamos siempre". Luego, claro, en el campo son los futbolistas quienes tienen que acabar concretando una victoria que jamás se escapa en el encerado. Más o menos, lo mismo que hace ahora Jose Mourinho en el Madrid. Un entrenador estrella y egocéntrico -como lo era Johan que además se autodefine como único -cosa que es cierta para lo bueno y lo malo- y que sin el más mínimo inconveniente arremete contra los jugadores en la sala de prensa para responsabilizarles, sin ir más lejos, de la derrota del Madrid en Getafe.
Cualquier cosa menos admitir en público un error propio. Un ejercicio de responsabilidad que los divos no suelen hacer. Excepción hecha, claro está, de Pep Guardiola que ante los medios -otra cosa fue en el vestuario- jamás responsabilizó a los futbolistas de una derrota del Barça.
Mourinho y Cruyff, por supuesto, no hablaban por hablar ni para quitarse las pulgas de encima. Puede que incluso, ante los jugadores y en riguroso privado, hayan admitido alguna vez que ellos también se equivocan, Sin embargo, su mensaje público perseguía un efecto psicológico en los jugadores. Siendo irremediable el último resultado, se trataba, y se trata, de meterles presión para sacar adelante el próximo partido que, en este caso, es un Madrid-Barça. Una cita que, con los 5 puntos de ventaja que le saca Tito a Mou en la Liga, se presenta como algo más que un título en juego. Sobre todo para el Madrid.

Miguel Rico (Mundo deportivo)

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