El fútbol es tan amplio que incluso los personajes más distantes
tienen evidentes e importantes puntos en común. Johan Cruyff y Jose
Mourinho, por ejemplo, son agua y aceite -o viceversa- pero cuando ambos
elementos entran en ebullición, siempre acaban quemando y/o salpicando a
sus jugadores y al entorno más próximo.
Los cruyffistas, los que valoramos en su justa medida su definitiva
trascendencia en el modelo que ha hecho del Barça el mejor equipo del
mundo, sabemos desde hace más de veinte años que, en la derrota, uno de
los recursos de Johan era cargarle el muerto al equipo. Una filosofía
particular y criticable -nadie es perfecto- que podía resumirse en esta
frase: "Cuando ganamos gano yo, cuando perdemos pierden los jugadores".
De hecho, ya en el siglo pasado, el propio Charly Rexach admitió esa
estrategia del banquillo del Barça con el sentido del humor con el que
siempre ha rebajado la tensión del momento: "En la pizarra, ganamos
siempre". Luego, claro, en el campo son los futbolistas quienes tienen
que acabar concretando una victoria que jamás se escapa en el encerado.
Más o menos, lo mismo que hace ahora Jose Mourinho en el Madrid. Un
entrenador estrella y egocéntrico -como lo era Johan que además se
autodefine como único -cosa que es cierta para lo bueno y lo malo- y que
sin el más mínimo inconveniente arremete contra los jugadores en la
sala de prensa para responsabilizarles, sin ir más lejos, de la derrota
del Madrid en Getafe.
Cualquier cosa menos admitir en público un error propio. Un ejercicio
de responsabilidad que los divos no suelen hacer. Excepción hecha,
claro está, de Pep Guardiola que ante los medios -otra cosa fue en el
vestuario- jamás responsabilizó a los futbolistas de una derrota del
Barça.
Mourinho y Cruyff, por supuesto, no hablaban por hablar ni para
quitarse las pulgas de encima. Puede que incluso, ante los jugadores y
en riguroso privado, hayan admitido alguna vez que ellos también se
equivocan, Sin embargo, su mensaje público perseguía un efecto
psicológico en los jugadores. Siendo irremediable el último resultado,
se trataba, y se trata, de meterles presión para sacar adelante el
próximo partido que, en este caso, es un Madrid-Barça. Una cita que, con
los 5 puntos de ventaja que le saca Tito a Mou en la Liga, se presenta
como algo más que un título en juego. Sobre todo para el Madrid.
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